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Guillermo Tabernilla
Asociación Sancho de Beurko



Manuel Parrilla durante la presentación de su novela sobre Luis Lavín “Cien gramos de vodka” el pasado 22 de mayo en Bilbao (vía Manuel Parrilla).

El primer libro de una nueva aventura editorial que tiene en la aviación su razón de ser (Agernatura books) se presentó en el hotel NH de Bilbao el pasado lunes 22 de mayo y lo hizo de la mano de su autor, Manuel Parrilla, y del historiador Julio Arrieta, redactor de El Correo. Se trata de una novela sobre uno de nuestros niños de la guerra que fueron a la Unión Soviética, Luis Lavín, un extraordinario piloto nacido en Bilbao en 1925 que al final de su vida se convertiría, muy a su pesar, en un paradigma de la frivolidad con la que se abarcan las cuestiones memorialísticas desde el ámbito gubernamental, sujetas al vaivén de las diferentes coyunturas en las que, con harta frecuencia, se mueve el mundo de la política. El caso es que, para vergüenza de todos, Lavín, retornado ya definitivamente en su vejez junto a su mujer Svetlana, fue abandonado a la caridad en la localidad castellonense de Nules, donde fallecería en 2013 harto de promesas incumplidas. Y esto resulta aún más grave en tanto en cuanto reunían entre ambos cuatro pensiones, cuyo cobro dependía de un acuerdo entre España y Rusia que no se materializaría nunca.


Portada del libro que nos muestra el combate entre un MiG-15bis y un F-86 Sabre en el llamado “callejón de los MiG” o “MiG alley” durante la Guerra de Corea.

El libro de Parrilla ahonda en todas las cuestiones relacionadas con la vida de Lavín, bebe de rigurosas fuentes documentales y rinde tributo a su memoria en esta atractiva visión novelada que, precisamente por ello, es totalmente verosímil. Y es que el autor se ha rodeado de verdaderos especialistas para ofrecernos un compendio de detalles como solo otro aviador puede, permitiendo que el lector se sumerja en la historia sin dejar nada al azar, pues todo está mimado en esta publicación: desde las ilustraciones de Carlos Alonso y Egoitz Elorz hasta el conocimiento de personas y lugares, muchos de ellos comunes para nosotros en el Bilbao de nuestros mayores, pasando por las aportaciones de Rafael de Madariaga, del Instituto de Historia y Cultura Aeronáutica (IHCA), que ahondan en las biografías de buena parte de los ocho (en realidad nueve) niños de la guerra vascos que se hicieron pilotos en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial (SGM). Esto último, por ser objeto de deseo de nuestro proyecto Fighting Basques, nos ha sorprendido tanto como nos ha alegrado, ya que en este nicho de memoria, el de la URSS, solo hemos podido documentar las vicisitudes de aquellos jóvenes que, fomando parte de la 3ª División de la milicia de Leningrado, lucharon en la Carelia rusa en 1941.


Luis Lavín aún no había cumplido los 20 años cuando se hizo esta foto y ya era un experimentado piloto al final de la Segunda Guerra Mundial, durante la que se le atribuyen unos 12 derribos (vía Mikel Rodríguez).

El autor une a su experiencia de piloto de caza y de aviones de líneas aéreas en 40 años de carrera su pasión por la historia de la aviación y la elaboración de contenidos, ya sea para el podcast “Motor y al Aire”, el blog “Sol y Moscas” o sus otros libros, incluyendo el guión de producciones audiovisuales y comics. El prólogo de Madariaga —que nos describe a Lavín como una persona “de un dramatismo y una enjundia tremenda” y el más emblemático del grupo de jóvenes vascos que fueron aviadores en la URSS- nos anticipa lo que vamos a encontrar en las páginas de esta novela, que nos permite empatizar con una desconocida generación de pilotos que, para nuestra sorpresa, ya se acerca al centenar, incluyendo tanto a exiliados republicanos como a niños de la guerra. Todos ellos estaban, obviamente, muy ideologizados y motivados a consecuencia de lo vivido en nuestra contienda civil, que en el caso de los niños vascos llegó a ser sensible en extremo al haber sentido en sus casas el pánico de sus mayores hacia la aviación, con su “mystique del aire” que diría el periodista Steer, y fueron plenamente conscientes de la indefensión de no tener medios de defensa ante los bombarderos rebeldes, reducida la escuadrilla de “Chatos” bajo el mando de Felipe del Río a la mínima expresión según avanzaba la primavera de 1937.


Vista de la calle San Francisco hacia 1920, donde los padres de Lavín regentaban la taberna Cantabria. Nacido en el seno de una familia de origen montañés de honda militancia izquierdista, en la trastienda del bar se celebraban reuniones clandestinas del PCE (El Correo).

El relato de Parrilla y su honestidad como autor—que no omite tratar de las cuestiones más polémicas como el bombardeo de Otxandio a cargo de dos Breguet XIX procedentes de Recajo al mando de Ángel Salas- nos permite conocer los avatares de la sociedad vizcaína que vivió la guerra con la perspectiva de Lavín, hijo de un sindicalista de la UGT criado detrás de la barra de un bar en la calle San Francisco que se mueve a sus doce años por La Palanca y el Casco Viejo. Y así es como a través del niño se pone voz tanto a la gente corriente como a algunos de los más importantes protagonistas de aquel período que nos son tan familiares al leer esta novela: el delegado plenipotenciario de la URSS en el norte Tumanov y parte de su representación diplomática como Janson o Winzer [Vinces] (1), los pilotos Rivera, Del Río y Morquillas (2), entre otros muchos de cuyo ejemplo tomaría buena nota. De mientras, la novela nos lleva por los avatares del Circo Krone, sobrenombre con el que se conoció durante la Guerra Civil a las Fuerzas Aéreas del Norte, que primero mandó Manuel Cascón y después José María Valle, moviéndose por toda la cornisa cantábrica según el eje de las operaciones militares, ya fuese en Villarreal o en Oviedo, y también podemos conocer los primeros combates aéreos sobre el solar vizcaíno con los aviadores del otro bando: grupo Ansaldo, bombarderos de la Cóndor, de la aviación legionaria, etc., y como no queremos hacer spoiler, de esta parte solo nos queda constatar la satisfacción de que varios de nuestros trabajos sobre aviación hayan servido de inspiración para este libro (3).


Retrato de Felipe Del Río en uniforme de aviador. Se trataba de un piloto extraordinario que llegó a liderar la escuadrilla de caza de las Fuerzas Aéreas del Norte tras la marcha de los aviadores soviéticos en la primavera de 1937. Era muy querido en Bilbao y su muerte dejó a la aviación republicana sin su líder más carismático, pero su aureola había prendido entre los muchachos que conformaron en Moscú un grupo homogéneo en el que, sin duda, todos querían emularle. Las referencias a Del Río y Morquillas, dos de los más cualificados pilotos del norte, están muy presentes en la novela (vía autores).

Mucho es lo que ya se ha escrito sobre la llegada de los niños a la URSS. Formando parte de la expedición que partió del puerto de Santurtzi en el vapor Habana llegó Lavín a Pauillac (Burdeos), donde transbordó al Sontay, que les llevó hasta Leningrado tras una complicada travesía. La novela, excelentemente construida, se sirve del recurso de saltar en el tiempo para llevarnos a un lugar u otro de la vida de nuestro protagonista a través de los hitos que marcaron su propia historia, siempre con el objetivo de volar, de hacerse piloto, sueño que comparte con otros muchachos como él. Así se da forma en un aeroclub de Moscú al grupo de nueve aviadores vascos: José Luis Larrañaga, Antonio Lecumberri, Luis Lavín, Ignacio Aguirregoicoa, Eugenio Prieto, Antonio Uribe, Isaías Albistegui, Tomás Suárez y Ramón Cianca, de los que todos menos Albistegui pasarían a la escuela de pilotos de combate. Las vicisitudes de su adiestramiento y formación en la Academia Chkalov están trufadas de interesantes anécdotas que reflejan el meritorio trabajo de documentación que ha hecho el autor. Lo mismo podemos decir del periplo de Lavín como piloto de caza durante la SGM, si bien le costó participar en operaciones aéreas, ya que al comienzo se dedicó al traslado de aeronaves. Hasta que la guerra vino a llamar a su puerta. En ese momento, los antiguos compañeros ya no volaban juntos, produciéndose las primeras bajas entre ellos: Larrañaga y Uribe fueron derribados y perdieron la vida, y pronto se uniría a esta trágica lista Aguirregoicoa. La historia del extraordinario piloto que fue Lavín no terminaría con la SGM, pero todo eso tendrán que leerlo en una novela que, desde luego, les recomendamos encarecidamente.


Lavín no dejó de volar al acabar la guerra y antes de pasar a los nuevos reactores MiG voló en aviones de superioridad aérea como el Lavochkin La-9, que entró en servicio en la aviación soviética en 1947 (Mikel Rodríguez).

De todo esto y del periplo de Lavín como piloto de pruebas en la fábrica de aviones MiG y del interés que tuvo para la CIA su primer regreso a España en 1957 trató la amena presentación del autor en Bilbao, que además nos aportó un resumen de la bibliografía consultada al efecto, incluyendo los artículos que le dedicaron el historiador Mikel Rodríguez (4) y el periodista Josu García (5). A recordar el viaje que Josu hizo a Nules en 2005 para entrevistar a Lavín dedicamos tanto Julio Arrieta como un servidor un sentido recuerdo por el marcado significado que tuvo en aquel momento para el joven periodista baracaldés, que dedicó el beneficio de la venta de alguna de sus fotografías a ayudarle, además de facilitarle el contacto de algunas personas que se mostraron sensibles con aquella tristísima situación. Las referencias a los combates en el callejón de los MiG o “MiG Alley” en Corea, donde se enfrentaron aviadores estadounidenses y los más experimentados ases soviéticos a los mandos de sus reactores MiG-15bis, también conocidos como “Honchos”, fueron muy interesantes y enriquecedores al conocer la perspectiva de un experimentado piloto como Parrilla, que además señaló los evidentes paralelismos entre aquella guerra y la librada en España en cuanto a la participación soviética, cuestión que también podría extenderse a la Ucrania de nuestros días. Finalmente, me gustaría agradecer enormemente al autor las atenciones para con la Asociación Sancho de Beurko y las citas al trabajo de un servidor, con especial referencia al historial de las Fuerzas Aéreas del Norte incluido como anexo en nuestro libro del 2013 (6).


Luis Lavín y su esposa Svetlana Dmitryevna en su casa de Nules (Castellón) luciendo las condecoraciones ganadas durante la Segunda Guerra Mundial en 2005 cuando les visitó el periodista Josu García. Ella, nacida en Ucrania, había servido como enfermera en el frente de Stalingrado. Tras una fallida experiencia en 1957, decidieron regresar definitivamente a España en 1993, pero aquella decisión se convirtió en un calvario que lamentarían el resto de sus vidas (Josu García).

El título “100 gramos de vodka”, que llamará la atención del lector, hace referencia al premio que se otorgaba a los combatientes del Ejército Rojo para elevar su moral y fue adoptado como consecuencia de la resolución del 25 de agosto de 1941. Pero el desastroso devenir de la guerra trajo consigo que en la primavera de 1942 la llamada “ración Voroshilovsky” se dejase como incentivo exclusivo de aquellas unidades que participasen en operaciones ofensivas, mientras que el resto tenían que esperar a los “días festivos revolucionarios y públicos” (7). En el caso de los aviadores el incentivo era por vuelo y por derribos, si bien no era raro que los pilotos veteranos se quedasen con las raciones que ganaban los jóvenes. Esto llamó la atención de Parrilla hasta el punto de incluirlo como título de su novela en una bellísima portada de Carlos Alonso en la que un MiG-15bis derriba a un F-86 Sabre en el callejón donde volaban los “Honchos” en Corea.

TÍTULO: Cien gramos de vodka.
AUTOR: Manuel Parrilla Gil.
ILUSTRADORES: Carlos Alonso y Egoitz Elorz.
GÉNERO: Novela.
LUGAR Y FECHA DE EDICIÓN: Sevilla, 2023.
EDITORIAL: Agernatura Books.


NOTAS

(1) Véase Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz. (2012). Los soviéticos en el Gobierno Provisional de Euzkadi. Bilbao: Ediciones Beta.
(2) Véase Guillermo Tabernilla: “El circo Krone. La epopeya de los pilotos de la República en el Norte” en G. Tabernilla y J. Lezamiz. (2013). El informe de la República por la pérdida del frente norte. Bilbao: Ediciones Beta. Pp. 215-276.
(3) Además del anterior, “Felipe Del Río, biografía y testimonios inéditos sobre la muerte del As de la Aviación de Euzkadi” en Ecos de dos guerras, 1936-1945 (https://www.eldiario.es/euskadi/blogs/fighting-basques-ecos-de-dos-guerras-1936-1945/felipe-rio-testimonios-as-euzkadi_132_1178877.html).
(4) Mikel Rodríguez Álvarez. “Luis Lavín, un piloto bilbaíno en la Gran Guerra Patriótica (1941-1945)” en Historia 16 nº 355 (2005), pp. 114-125.
(5) Josu García: “Luis Lavín, el único superviviente de los ocho vascos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial en la aviación soviética, vive de la caridad en Castellón. De héroe a mendigo” en El Correo del 2/10/2005.
(6) Véase la nota 2.
(7) https://es.topwar.ru/153609-frontovye-sto-gramm-pomogala-li-vodka-frontu.html

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