La montaña da para pensar mucho. Nadie puede estar concentrado siempre, a pesar de que el peligro puede surgir en cualquier parte, ¿quien sabe si la muerte espera en un recodo del camino? Después de la tensión de las primeras jornadas, los hombres empiezan a moverse como autómatas hacia un objetivo que ahora se les aparece difuso: una cota más que tomar, otra lucha más que librar para aquellos que nada tenían en Francia. Los desesperados, los apátridas. Eso eran para los nazis. Los Juan Nadie de la película de Frank Capra. Los dirigentes del PCE comunicarían pronto a sus homólogos franceses que todo marchaba bien: tres pueblos habían sido dominados y en ellos se habían constituido ayuntamientos de la UNE. Vielha no había caído, pero daba igual, el entusiasmo era generalizado, aunque los veteranos de tantas batallas ya no se creían los cuentos de sus dirigentes, y menos si eran anarquistas, como este grupo de la 9ª Brigada al mando de Téllez. Y es que, ajenos a estas consideraciones del Estado Mayor de los guerrilleros de la Junta Suprema de la UNE, los hombres atraviesan la montaña en busca de la próxima batalla mientras el enemigo reacciona y los refuerzos de los militares franquistas marchan hacia el valle a marchas forzadas. El general Moscardó se dirige a Vielha, pero poco les importa a los de Téllez que nada de esto saben. Habían penetrado en España el día 17 de octubre y dos días después, de madrugada, llegarían a las inmediaciones de Baguergue. La muerte espera en un recodo del camino... Una escenografía de Primera Linea. y Sancho de Beurko