El reciente estreno de ¿Es el enemigo? La película de Gila, que trata sobre la participación del célebre cómico en la Guerra Civil Española (GCE), nos ha llevado a retomar el tema —que ya es recurrente entre los recreadores— de si se toman en serio este periodo histórico los diseñadores de vestuario y escenógrafos o directores de arte. Esto tiene honrosas excepciones como Mientras dure la guerra (2019). Cinta maravillosa de Alejandro Amenábar que debemos agradecer por el atrevimiento de su director a abordar esta cuestión desde una perspectiva netamente histórica y lejos del tono tragicómico que impregna habitualmente estas producciones, que tienen, según los críticos, un referente en La vaquilla, la gran comedia de Luis García Berlanga con guión de Rafael Azcona.

El trabajo de vestuario de la película de Amenábar está muy por encima de todas las producciones sobre la GCE realizadas en este siglo (fotograma de la película).
Semejante referencia, tan lejana en el tiempo en un contexto histórico en que había que recurrir al lenguaje del humor para hablar de ciertas cosas de las que no se podía tratar aún (1) —se rodó en 1984, el año del estreno de Las bicicletas son para el verano—, no puede servir para todo cuando ya han pasado cuatro décadas. Y menos cuando después de aquella se hicieron producciones tan dignas como Dragon Rapide (1986) y La forja de un rebelde (1990). Esta última era una excelente serie de seis capítulos basada en la novela homónima de Arturo Barea y producida por Televisión Española (TVE) con todos los medios de la época.
En medio de ambas se estrenó Biba la banda (1987), que fue un bienintencionado intento de regresar a los espacios comunes de la comedia berlanguiana aprovechando a un Alfredo Landa en estado de gracia, pero sin el director valenciano ni su mejor guionista. Un Azcona que ganaría otro Goya con ¡Ay, Carmela! (1990). El siglo XX terminaría con dos películas claramente ideologizadas, Tierra y libertad (1995) y Libertarias (1996), y otra comedia brillante, La niña de tus ojos (1998).

La forja de un rebelde fue una serie excepcional con un trabajo artístico que hoy en día nos parece impensable. Marcó el final de la época de las grandes superproducciones de TVE (fotograma de la serie).
En este siglo las producciones relacionadas con la GCE y la inmediata posguerra —que no son tantas como la gente se cree, de tanto repetir el mantra “otra película más de la Guerra Civil”— podrían dividirse a grandes rasgos entre las netamente históricas, las memorialistas y las tragicómicas. De estas últimas tenemos ejemplos de escenografía y vestuario casi grotescos como Malnazidos (2021), cuyos promotores querían evitar la etiqueta de comedia, como si esa palabra estuviese maldita al referirnos a esta temática (2). Y es que la comedia, como dice Pablo Villamil, nos permite mantener una equidistancia que nos “aleja de cualquier noción histórica” (3).
Tragicomedia difícilmente clasificable era también Balada triste de trompeta (2010), que nos muestra a los milicianos vestidos como guerrilleros castristas. De este modo no desentonarían mucho de los payasos que luchaban junto a ellos codo con codo en una escena intensísima, frenética, donde no hay límites entre realidad y ficción. Una película transgresora que conecta con el cine posmoderno de su director, Alex de la Iglesia, en el que todo está subordinado a causar impacto en el espectador (4).

El personaje de Santiago Segura en Balada triste de trompeta es posiblemente el más transgresor de toda la filmografía de la GCE (The Austin Chronicle).
Dejando aparte el cine documental, mucho más comprometido que la ficción, entre las que podríamos definir de memorialistas estarían Las 13 rosas (2007), Pa negre (2010) y La trinchera infinita (2019). Habría un tercer grupo que entraría en el género fantástico en el que incluimos a dos cintas muy notables del director mexicano Guillermo del Toro, El espinazo del Diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006). Esta última quizás correspondería a un subgrupo aparte, el del maquis o guerrilla antifranquista, junto a Silencio Roto (2001), Sordo (2019) y otras. Con este pequeño resumen queremos concluir que somos totalmente conscientes de las dificultades de la industria para abordar un tema que es claramente sensible y aún hoy divide a la sociedad.
Esta cuestión no resuelta hace que recurrir a la comedia siga estando vigente en el momento en que se estrena la película de Gila, donde todo está sometido a ese fin. Ello incluye al vestuario de los personajes —algunos de los cuales presentan un aspecto descuidado con pelos y barbas que no se llevaban en los años 30—, siendo muy difícil distinguir entre bandos, desdibujados para mantener esa equidistancia de la que hablábamos. Y si recurrir al humor ante la desgracia no le vale a Gila ¿a quién le valdrá? Se trata de una cinta que, llevada de la ensoñación del humorista, podría ser ejemplo de cine fantástico con cierta estética cómic a través de sus viñetas. Pero está lastrada por la falta de verosimilitud de algunas situaciones, aunque la interpretación de Óscar Lasarte emociona al espectador. Y para que no haya dudas, se incluye un particular homenaje a La vaquilla.

Imagen de promoción de la película de Gila. No es suficiente con poner correajes, gorrillos y fusiles a los actores para dotar de credibilidad a los personajes (RTVE).
Antes de cerrar esta entrada quisiéramos plantearos si creéis que es importante el trabajo de vestuario en aras a dotar a los personajes de rigor histórico y credibilidad. En otras cinematografías, como la británica, tienen más respeto por la historia que se representa a través del séptimo arte y en aquel país no hay prácticamente ninguna producción, incluyendo las más pequeñas, que no mimen estas cuestiones. Sabemos que aquí hay grandes profesionales como Sonia Grande, quien con motivo de su Goya por Mientras dure la guerra incidió en la importancia de ser “lo más fieles a los cortes y tratamientos de los uniformes de los generales y militares, siguiendo los consejos de nuestros asesores” (5). Pero otros, igualmente premiados y competentes, como Clara Bilbao no han acertado con el vestuario al pasar a la dirección en Tratamos demasiado bien a las mujeres (2024), en lo que es otra comedia negra y transgresora como Balada triste… Dejaremos para otra ocasión hablar de la película Guernica (2016), ya que nos cae más cerca y merecería una entrada aparte.

Los guerrilleros de Tratamos demasiado bien a las mujeres presentan varios anacronismos: gorras pilotka soviéticas a modo de gorrillos, correajes españoles de tipo carniago, ropa en general inadecuada, etc. Se cumple el estereotipo de que todo vale para retratar al maquis (fotograma de la película).
Finalmente, no querríamos que se mal interprete esta crítica hecha desde la modestia de un modo constructivo. Sentimos un gran respeto por todas y cada una de las producciones citadas, por sus profesionales y por su trabajo, pero creemos que estas cuestiones aún son una asignatura pendiente para la industria. Los grupos de recreación histórica, acostumbrados a colaborar con el mundo del cortometraje y el cine documental, están siempre dispuestos a asesorar a los diseñadores de vestuario y directores de arte.
NOTAS
(1) Las películas de la época de la transición (1975-1986) “no rompen con los elementos que conforman la visión oficial (la del régimen) de la guerra”, pero en cambio el documental si lo hizo (Pablo Villamil Lorenzo. La Guerra Civil en el cine español. Trabajo de Fin de Grado de la Universidad de Oviedo [2022]. P. 32. TFG_PabloVillamilLorenzo.pdf ).
(2) Miguel Casaseca Santos (21 de marzo de 2022). Crítica Malnazidos. Cuando la comedia marca la diferencia. Milana. Apunte de cine y series. Crítica Malnazidos | Cuando la comedia marca la diferencia - Milana
(3) Pablo Villamil Lorenzo. Opus cit. P. 38.
(4) Izaro Errazkin Zinkunegi: “Balada triste de trompeta: una película posmoderna” en Ohienart n.º 27 (2012). P. 29. Balada Triste de Trompeta: una película posmoderna
(5) Sonia Grande (16 de marzo de 2020). La conversación pendiente sobre el mejor diseño de vestuario. Premios GOYA academia de cine. La conversación pendiente | Sobre el Mejor Diseño de Vestuario » Premios Goya 2025