Una “nueva Covadonga insurgente”
Requetés rezando en sus posiciones de Unzá/Untzaga en los primeros meses de 1937. Al parecer, el que lleva el rosario es Carlos Rivera Merino (fondo Heredia, Archivo Municipal de Vitoria Gasteiz [AMVG], coloreada por Julius Backman Jääskeläinen).
El fotógrafo Robert Capa dijo que “una guerra sin imágenes no es solo una causa olvidada, sino también una causa perdida” y no le faltaba razón, pero pasados los años la mayor parte de las viejas fotografías acaban convirtiéndose —que no es poco— en meros documentos históricos, reflejos de una época que nos muestran como fuimos. Sabido es que los requetés, los miembros de la organización paramilitar carlista que participaron en la Guerra Civil Española (GCE), eran fundamentalmente “gente sencilla de campo” “con una concepción de hondas raíces cristianas” (1) que fueron a la lucha para defender a un tradicionalismo en el que creían a pies juntillas, empezando por la religión. Ellos conformaban la reacción al anticlericalismo de las organizaciones de izquierda y su lema era “Dios Patria y Rey”. Su reclutamiento fue especialmente significativo en zonas rurales de Navarra y el País Vasco: la “nueva Covadonga insurgente” (2).
Un pequeño destacamento de la 7ª Compañía del Requeté de Álava reza en sus posiciones de Unzá/Untzaga. Fotografía de recreación histórica inspirada en la anterior (Sancho de Beurko).
En el otoño de 1936, cuando ya se vio que la GCE iba para largo, los frentes se constituyeron en base a pequeños destacamentos de ambos bandos. En el norte del territorio alavés los combatientes carlistas se prepararon a ocupar el terreno buscando las posiciones más ventajosas y aún sin fortificar, aunque esto pronto cambiaría y aquellos primeros puestos de vigilancia y control se llenaron de sacos terreros para una mejor protección. A Unzá fue enviado un grupo de 70 hombres de la 7ª Compañía del Requeté de Álava, que también tenía otro más pequeño en Uzquiano. desde donde partían para tomar contacto con las milicias republicanas procedentes del valle de Ayala (3).
Si la naturaleza más agreste, la montaña, empequeñece al ser humano también puede hacer que trascienda, como decía el padre de la psicología americana William James. Empero, para los carlistas todo pasaba por la oración. Fotografía de recreación histórica (Sancho de Beurko).
La soledad de la vida de campaña tuvo que ser muy dura para personas tan creyentes, que no podrían asistir a misa en días e incluso meses (4) —algo que también vivirían las milicias del PNV en el otro bando, los gudaris, que tenían sus propios capellanes—, pero ello no les apartó de las prácticas piadosas, empezando por la más factible: el rezo. Un momento de especial emoción que nosotros hemos escenificado con nuestro grupo de recreación en aquellos agrestes escenarios desde los que intentaban frenar a las milicias republicanas.
La belleza del entorno, donde la montaña lo es todo, nos invita a reflexionar sobre un espacio físico que empequeñece al ser humano y nos retrotrae a una época en la que, con motivo de la GCE, los carlistas se echaban al monte por cuarta y última vez. Representaban a una ideología a la que se le había pasado el tiempo, como certificaría el general Franco al promulgar el decreto de unificación con Falange en 1937.
Los requetés posan para el fotógrafo en sus posiciones de Unzá/Untzaga. Fotografía de recreación histórica (Sancho de Beurko).
Equipo y vestuario del requeté alavés
Cuando llegaron los primeros fríos del otoño las prendas más socorridas para abrigarse fueron las cazadoras de paño de inspiración norteamericana o “canadienses”, con sus cuadros de todos los colores, y capotes, algunos de los cuales habían sido suministrados por el ejército. Sin embargo, ya empezaba a faltar de todo y las milicias se equipaban como podían, componiendo una abigarrada estampa en la que se mezclaban algunas pocas prendas militares —como pantalones granaderos— y civiles, predominando estas últimas.
La pana hizo acto de presencia y también los jerseys de punto con o sin cuello. Pero lo que no podía faltar nunca era la boina roja, auténtico signo distintivo de los carlistas, que fueron a la montaña con los pantalones metidos en las medias de lana como se había hecho siempre. Y no pocos fueron con abarcas de goma, si bien este calzado típico de los agricultores vascos fue pronto sustituido por botas o borceguíes.
Otra fotografía del grupo en sus posiciones de Unzá/Untzaga. Fotografía de recreación histórica (Sancho de Beurko).
En cuanto al equipo, al principio del conflicto el armamento tuvo que ser suministrado por el Ejército o las fuerzas de seguridad y consistía en el fusil Mauser español fabricado en Oviedo, ya fuese en su versión larga o corta (mosquetón), pero tras la batalla de Villarreal llegaron al frente otros capturados a los republicanos como el Gewehr 98. No olvidemos que Vitoria tenía una notable guarnición militar y de sus cuarteles llegaron algunos correajes del tipo carniago con tres cartucheras, pero no había para todos y hubo que improvisar con cinturones del tipo Sam Browne e incluso civiles. Las hebillas reglamentarias pronto dieron paso a otras lisas, posiblemente fabricadas en algún taller de la capital alavesa.
Los cascos también procederían de los excedentes militares, los Trubia M26, pero estos serían muy escasos y en primavera se empezarían a ver cascos Adrian franceses (M15) o italianos (M16). Las insignias de estos primeros días que los requetés pudieron llevar al frente, a tono con su carácter religioso, consistían en sencillos detentes, crucifijos y como mucho algún escudo del águila bicéfala con la cruz de borgoña, de neta simbología carlista. Finalmente, antes de invitaros a ver este sencillo vídeo que resume en clave de estricta recreación el sentimiento de aquellas personas destacar que en esta entrada hemos utilizado la grafía de la época.
NOTAS
(1) Parafraseando el título del libro de Javier Ugarte Telleria. (1998). La nueva Covadonga insurgente: Orígenes sociales y culturales de la sublevación de 1936 en Navarra y el País Vasco. Madrid: Biblioteca Nueva. Véase también Germán Ruiz Llano: “Voluntarios contra la República: el requeté alavés” en Contenciosa n.º 7 (2017). https://doi.org/10.14409/contenciosa.v0i7.8574
(2) Entrevista a Pablo Larraz en “Carta de José María Erdozain, requeté del Tercio del Rey” en Luis Boix (Productor) y Blanca Flaquer (Directora). (2018). Cartas en el tiempo [Serie de televisión]. RTVE.
(3) Josu M. Aguirregabiria y Guillermo Tabernilla. (2006). El frente de Álava. Primera Parte. De la sublevación militar a vísperas de la batalla de Villarreal. Bilbao: Ediciones Beta. P. 89.
(4) Ricardo Ollanquidia. (1997). Cartas de un requeté del Tercio del Rey: José María Erdozain. Madrid: Actas. P. 162.